Un modelo para replicar en los municipios del interior
Una sala del Museo Emilio Caraffa, hilos de colores, manos que se mueven, voces que comparten historias. Así es cada sábado para el colectivo Bordadoras en el Museo, un grupo de mujeres que hace casi una década transforma el acto íntimo del bordado en un poderoso ejercicio de comunidad, arte y testimonio.
Este grupo, que nació en 2016 en el Museo Evita-Palacio Ferreyra, encontró este año un nuevo hogar en el Caraffa, en la ciudad de Córdoba. Y el próximo miércoles 16 de abril a las 19 horas, inauguran su nueva muestra: “Los paisajes de los que estamos hechas”. Una exposición que no solo muestra bordados, sino también fotografías, dibujos y escritos que laten con historias reales y profundas.
Pero más allá de lo que se ve en la sala, lo que sucede en esos encuentros semanales es un verdadero laboratorio de transformación social. Una experiencia que bien podría multiplicarse en cada localidad del interior, si se abren espacios, se corren prejuicios y se apuesta a lo colectivo.
Una ronda, una aguja, una comunidad
Las bordadoras son alrededor de 20 mujeres de distintas edades y trayectorias: amas de casa, artistas, docentes, madres, estudiantes, trabajadoras. Lo que las une no es sólo el arte, sino el deseo de construir algo más allá de lo individual, de crear una red, una tribu.
“Bordar juntas es un cable a tierra, un escape de la rutina, del trabajo, de todo”, cuenta Lorena Videla, integrante del grupo. Y Valeria Corzo, fundadora, lo resume así: “Es salir de lo doméstico, del lugar íntimo del bordado, para hacerlo visible, político y colectivo”.
En este espacio, cada puntada es una palabra, cada color una emoción, cada tela una memoria. Las obras no siguen un patrón técnico: se crean a partir del diálogo, de la escucha y del deseo de contar algo que no siempre encuentra lugar en lo cotidiano.
Arte que nace de lo cotidiano y lo transforma
La iniciativa tiene un origen comunitario: surgió en el marco del proyecto “Vaivén museo en los barrios”, impulsado por la artista y actual directora del Museo Caraffa, Mariana del Val. La propuesta inicial llevó talleres de arte a sectores populares como Villa El Nylon y barrio de los Ladrilleros. Fueron las madres de los niños quienes pidieron un espacio para expresarse. Y así nació el grupo.
Hoy, la dinámica sigue siendo la misma: horizontal, libre, inclusiva. No hace falta saber bordar. Se aprende entre todas. Se valora el error. Se prioriza el mensaje por sobre la técnica.
En un mundo que a menudo corre sin pausa, este proyecto invita a parar, a mirar hacia adentro, a hablar de lo que duele, de lo que alegra, de lo que marca. Es una práctica sanadora, pero también una acción política, porque visibiliza voces que no siempre son escuchadas.
¿Y si lo hacemos en Valle Hermoso? ¿En La Falda? ¿En Capilla, en Cosquín, en Tanti?
La experiencia de las Bordadoras en el Museo puede y debe ser replicada. Porque no se trata sólo de bordado, sino de abrir espacios para que las personas se encuentren, creen, se escuchen y se reconozcan.
Los museos, los centros culturales, las bibliotecas populares, hasta los dispensarios o centros vecinales pueden ser lugares fértiles para sembrar esta experiencia. No se necesita mucho: un grupo de mujeres con ganas, una ronda, algunos hilos, y alguien que facilite el encuentro.
Cuando el arte se cruza con lo social, cuando el hacer se pone al servicio del vínculo y del relato personal, aparecen formas nuevas de habitar el territorio y de construir comunidad.
La muestra que nos invita a mirar distinto
“Los paisajes de los que estamos hechas” podrá visitarse hasta el 22 de junio de 2025, en el Museo Emilio Caraffa (Poeta Lugones 411, Córdoba), de martes a domingos y feriados, de 10 a 19 horas. La entrada los miércoles es gratuita, y el resto de los días tiene un valor de $1.000.
La muestra es más que una exhibición: es una invitación a ver el arte con otros ojos, a valorar los lazos, a detenerse en lo que muchas veces pasa desapercibido. Y también, una oportunidad para inspirar a que más municipios del interior abran sus puertas a este tipo de proyectos que fortalecen el tejido social desde lo más simple: el encuentro.