🫥 Una biodiversidad que se borra en silencio
En el corazón de nuestras sierras late una verdad que incomoda: Córdoba está perdiendo una parte vital de su riqueza natural, y lo hace en silencio. Hay especies vegetales que, aunque deberían formar parte de nuestros paisajes serranos, simplemente ya no están. Este fenómeno, conocido entre científicos como "biodiversidad oscura", habla de una pérdida que no siempre se ve, pero que deja huellas profundas en los ecosistemas.
No se trata solo de árboles y arbustos que desaparecen. Es un entramado completo de vida que se rompe: plantas que ya no florecen, insectos que no polinizan, animales que no encuentran refugio. Es el equilibrio natural deshaciéndose mientras seguimos expandiendo rutas, barrios y ciudades.
En Córdoba, el impacto humano se ha vuelto tan intenso que se lo compara con el de países donde la intervención sobre la naturaleza lleva siglos. Y acá, todo eso ocurrió en apenas unas pocas generaciones. No es solo la cantidad de asfalto o cemento lo que pesa: es el modelo de desarrollo que deja a la naturaleza en segundo plano.
🛣️ Las autovías nos atraviesan… ¿y a qué costo?
En los últimos años, la provincia ha impulsado un ambicioso plan de obras viales: nuevas autovías, rutas más rápidas, circunvalaciones completas. Se habla de progreso, de conectividad, de atraer al turismo y mejorar la economía. Y sí, las mejoras en infraestructura son necesarias. Pero la pregunta de fondo es: ¿a qué precio?
Las nuevas trazas viales no sólo facilitan el tránsito, también fragmentan paisajes, parten montes nativos en dos, aíslan poblaciones animales, y modifican el ciclo natural del agua. Las zonas de sierras, de por sí sensibles, son las más afectadas. Allí donde antes había corredores biológicos y paisajes continuos, hoy hay muros de concreto y ruido de motores.
La expansión de estas obras rara vez incluye una mirada profunda sobre el impacto ecológico. Muchas veces, los estudios de impacto ambiental llegan tarde, o directamente se omiten. Y cuando se presentan, suelen subestimar los efectos reales sobre la flora, la fauna y el equilibrio hídrico del lugar.
🏘️ La urbanización sin freno y el avance extractivo
Pero no es solo el trazado de nuevas rutas lo que presiona al ambiente. La urbanización descontrolada y el extractivismo —tanto forestal como inmobiliario— avanzan sin pausa. Lotes serranos convertidos en barrios privados, laderas desmontadas para levantar complejos turísticos, vertientes que desaparecen por la construcción de caminos o la extracción de áridos.
Esta lógica de "usar y tirar" arrasa con zonas que llevan siglos formándose. El monte no se recupera de un día para el otro. La fauna, cuando pierde su hábitat, no tiene adónde ir. Y el agua, cada vez más escasa, se vuelve un recurso en disputa entre lo que la tierra necesita y lo que la urbanización demanda.
🔁 ¿Y si cambiamos la lógica?
Córdoba tiene todo para construir un modelo diferente. Un modelo donde el desarrollo no sea sinónimo de destrucción, donde la infraestructura esté al servicio de la vida y no al revés. Pero para eso, hay que animarse a cambiar la lógica.
El desarrollo sostenible no es un eslogan: es una necesidad. Significa pensar antes de hacer, evaluar antes de construir, y entender que la naturaleza no es un obstáculo a superar, sino una aliada a preservar. Necesitamos políticas públicas que integren la variable ambiental como eje central, no como trámite. Obras que respeten el entorno, que escuchen a las comunidades, que dialoguen con los territorios.
No se trata de frenar el progreso, sino de elegir qué tipo de progreso queremos. Porque si en nombre del desarrollo destruimos lo que nos hace únicos, lo que nos da identidad y vida, entonces no habremos avanzado: habremos retrocedido.
⏳ El futuro depende de lo que decidamos hoy
Lo que está en juego no es sólo la belleza de nuestras sierras o la presencia de un árbol autóctono. Está en juego la salud del suelo, del aire, del agua. Está en juego nuestra forma de habitar este mundo.
Hoy, Córdoba está en una encrucijada. Podemos seguir por el camino fácil del cemento y la indiferencia. O podemos tomar el desafío más complejo, pero más justo: construir un presente que no le robe el futuro a nadie, ni a los niños, ni a las plantas, ni a los ríos, ni a los pájaros.
Porque si no defendemos lo que tenemos, tal vez mañana ya no quede nada para defender.